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Sueños, mensajes, de
nuestro interior
Todos soñamos cuando dormimos.
Todos soñamos cuando dormimos.
Los sueños son parte de nosotros.
Es una realidad de la que podemos ser más o menos conscientes, pero la ciencia así lo ha demostrado. Los sueños son en realidad una necesidad. Tanto es así que los médicos y psicólogos creen que una persona que no sueña puede volverse loco, en el sentido patológico del término. De hecho, los utilizamos como una vía de escape y permiten a nuestro subconsciente deshacerse de la tensión psicológica que afectaría a nuestra salud física y mental si se quedaran en lo profundo de nuestro ser.
Pero los sueños no sólo se originan en nuestro subconsciente ni tienen exclusivamente una función de escape. Algunos son generados por nuestra propia alma, nuestro Ser Interior, y son de naturaleza espiritual. Desde un punto de vista místico, pueden ser muy inspiradores, ya que tienen un contenido simbólico, e incluso trascendental. Cuando uno sabe cómo reconocer e interpretar los sueños, éstos nos ayudan a conocernos mejor y nos dan información valiosa sobre nuestro estado interior. Naturalmente, esto supone un apoyo al trabajo regular de reflexión y meditación que realizan la mayoría de los Rosacruces.
Así, explorar nuestros sueños no sólo es posible, sino que es incluso útil. Sin embargo, debemos entender que su interpretación es un arte, no una ciencia, ya que contienen una importante parte de subjetividad. Esto significa que tenemos que verlos como revelaciones, impresiones o indicios que arrojan luz sobre nuestra personalidad interior o sobre nuestras vidas, pero con los que siempre debemos mantener una cierta distancia. Gestionar y dirigir nuestra vida de acuerdo exclusivamente a nuestros sueños, como hacen algunas personas, creo que no es razonable, y puede llegar a ser aún más irresponsable que no hacerlo.
Hay otro punto que me gustaría mencionar; algunas personas afirman ser capaces de interpretar los sueños de otros y hacer de ello una práctica común. Por lo general, se dedican en realidad a un análisis psicológico basado en el simbolismo que la tradición asocia a un elemento particularmente importante del sueño (por ejemplo, cierto personaje, animal, flor, palabra, figura, color, etc.). Sin embargo, creo que sólo nosotros mismos podemos interpretar nuestros sueños, porque su significado está estrechamente ligado a nuestra personalidad, a nuestro temperamento, a nuestras experiencias, a nuestra cultura, a nuestros miedos y a nuestras esperanzas. Como muchos elementos de nuestra personalidad única, nadie puede interpretarlos mejor que nosotros mismos, y menos si esta persona no nos conoce en absoluto.
La mayoría de la gente piensa que el sueño sirve sólo para descansar y regenerarse, y algunos incluso llegan a considerarlo como una pérdida de tiempo. Sin embargo, el sueño es una herramienta muy útil para el alma que nos anima. Le permite liberar provisionalmente sensaciones e impresiones relacionadas con el estado de vigilia y el mundo material, y comunicarse libremente con el mundo invisible. Así, es precisamente durante este período de comunión cuando se producen los sueños espirituales. Cuando uno es consciente de ellos, cada noche adquiere una dimensión que trasciende, con mucho, el sólo reposo del cuerpo.
Es una realidad de la que podemos ser más o menos conscientes, pero la ciencia así lo ha demostrado. Los sueños son en realidad una necesidad. Tanto es así que los médicos y psicólogos creen que una persona que no sueña puede volverse loco, en el sentido patológico del término. De hecho, los utilizamos como una vía de escape y permiten a nuestro subconsciente deshacerse de la tensión psicológica que afectaría a nuestra salud física y mental si se quedaran en lo profundo de nuestro ser.
Pero los sueños no sólo se originan en nuestro subconsciente ni tienen exclusivamente una función de escape. Algunos son generados por nuestra propia alma, nuestro Ser Interior, y son de naturaleza espiritual. Desde un punto de vista místico, pueden ser muy inspiradores, ya que tienen un contenido simbólico, e incluso trascendental. Cuando uno sabe cómo reconocer e interpretar los sueños, éstos nos ayudan a conocernos mejor y nos dan información valiosa sobre nuestro estado interior. Naturalmente, esto supone un apoyo al trabajo regular de reflexión y meditación que realizan la mayoría de los Rosacruces.
Así, explorar nuestros sueños no sólo es posible, sino que es incluso útil. Sin embargo, debemos entender que su interpretación es un arte, no una ciencia, ya que contienen una importante parte de subjetividad. Esto significa que tenemos que verlos como revelaciones, impresiones o indicios que arrojan luz sobre nuestra personalidad interior o sobre nuestras vidas, pero con los que siempre debemos mantener una cierta distancia. Gestionar y dirigir nuestra vida de acuerdo exclusivamente a nuestros sueños, como hacen algunas personas, creo que no es razonable, y puede llegar a ser aún más irresponsable que no hacerlo.
Hay otro punto que me gustaría mencionar; algunas personas afirman ser capaces de interpretar los sueños de otros y hacer de ello una práctica común. Por lo general, se dedican en realidad a un análisis psicológico basado en el simbolismo que la tradición asocia a un elemento particularmente importante del sueño (por ejemplo, cierto personaje, animal, flor, palabra, figura, color, etc.). Sin embargo, creo que sólo nosotros mismos podemos interpretar nuestros sueños, porque su significado está estrechamente ligado a nuestra personalidad, a nuestro temperamento, a nuestras experiencias, a nuestra cultura, a nuestros miedos y a nuestras esperanzas. Como muchos elementos de nuestra personalidad única, nadie puede interpretarlos mejor que nosotros mismos, y menos si esta persona no nos conoce en absoluto.
La mayoría de la gente piensa que el sueño sirve sólo para descansar y regenerarse, y algunos incluso llegan a considerarlo como una pérdida de tiempo. Sin embargo, el sueño es una herramienta muy útil para el alma que nos anima. Le permite liberar provisionalmente sensaciones e impresiones relacionadas con el estado de vigilia y el mundo material, y comunicarse libremente con el mundo invisible. Así, es precisamente durante este período de comunión cuando se producen los sueños espirituales. Cuando uno es consciente de ellos, cada noche adquiere una dimensión que trasciende, con mucho, el sólo reposo del cuerpo.
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