miércoles, 24 de septiembre de 2014

KPT.:::.¿Cuál es la causa del sufrimiento emocional? Parte I - II -

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¿Cuál es la causa del sufrimiento emocional? Parte I

Al trance de vida al cual todos llaman sufrimiento viene a mostrar el estado de origen emocional-mental por el que se experimenta una manifestación de emociones y pensamientos vinculados, conectados y correspondidos entre sí que se traduce en la percepción individual o colectiva de dolor o malestar interior y que provocan el efecto consecuente de fricción, decaimiento y desgaste internos.

Pues bien, se desvelarán en estas aclaraciones y explicaciones el mecanismo y las posibles causas que pueden engendrar y desembocar en los, así llamados, estados de sufrimiento, enfocando en esta respuesta los engranajes mentales y emocionales que los puedan producir y no las posibles influencias externas que puedan ser atraídas por estos mismos, dándoles excitación y escenificación, y que, claro está, dichos estados pueden repercutir en períodos más o menos prolongados de tiempo, siempre desde lo que podría denominarse, como se ha indicado, una perspectiva emocional-mental, ya que también resultaría conveniente recordar que son, precisamente, el enfoque y la fuerza emocional los que siempre dan forma y relieve a toda realidad externa personal.

Por tanto, este efecto interior que se denomina comúnmente como sufrimiento viene a presentarse como el resultado, sin más, de una actitud de resistencia, de negación o de rechazo interno a pasar o recorrer por ciertas circunstancias o lances de vida que, obviamente, de ningún modo son deseados, pero que, llegado a ese punto en el cual se viven dichas coyunturas en las que se perciben y se sienten las energías emocionales del dolor, la angustia, la ansiedad, el miedo, la pena, la frustración y la rabia como consecuencias de la no aceptación, si el individuo ha alcanzado el nivel de decisión, libre y por propio convencimiento y voluntad que lo pasaporten a grados más evolucionados de evolución y conciencia, de abandonar con amor y humildad, a toda costa, dichos estados de penuria, la cuestión que toca plantearse, acto seguido, es: ¿Por qué pueden seguir perdurando en el tiempo las resistencias internas, y, asimismo, el sufrimiento que producen, si ya se ha decidido conscientemente soltarlas y dejarlas caer has
ta su disolución e, incluso, existiendo una predisposición firme para que ello se produzca así?

La respuesta y la explicación a esta pregunta resultan, en general, sencillas de exponer, pero con la añadidura de matices a esta generalidad que se irán relacionando conforme avance este capítulo, porque sería necesaria la mención de ciertas situaciones y casos en los que podría convenir realizar alguna aclaración más extensa para una mayor compresión del tema.

Toda actitud resistente en el foro interior personal obedece a la no permisividad y no aceptación por parte de la persona a incumplir, no alcanzar, no mantener o a que no se dé algún requisito, ideal, expectativa, meta, norma o patrón que haya asumido, encajado, integrado o establecido a nivel mental en algún período o etapa de su vida, pudiendo ser identificados estos aspectos y condicionantes, o no, dependiendo de distintos factores como pueden ser:


- El nivel de expansión de conciencia y de evolución del ser humano que le haga presentar un estado alerta de percepción y reconocimiento de lo que ocurre en su vida en cualquiera de sus estratos.

- La profundidad y el arraigo que tengan estos requisitos, planteamientos y también exigencias que hayan podido ser forjados, incluso, desde la infancia, en muchos casos como atributos convencionales, normales y habituales, dentro de la misma familia, la sociedad, los centros de enseñanza, etc.


Solo con el único objeto de aportar simplificación en la terminología empleada en este campo, a todos estos ideales, convicciones y esquemas, que influyen en las decisiones y caminos que una persona adopta y elige en su vida y que van a determinar sus pretensiones, buscadas y logros, los vamos a llamar, básicamente, expectativas y metas, aunque, por otro lado, bien es cierto que ambos términos pueden resultar generalistas y en muchos casos, a todas luces, no exactos por el intento de entrar a considerar cuestiones y proyecciones personales que son totalmente habituales y aceptadas por la sociedad, siendo reconocidas, por ello, como lógicas y coherentes, y que, además, pueden pasar con cierta facilidad desapercibidas dentro de los movimientos del subconsciente colectivo e individual, y, por otra parte, por la necesidad de englobar otros aspectos sutiles del propio enfoque humano que en ningún momento habrían sido denominados con esta apelación.

Pero ateniéndonos a que el funcionamiento de la mente guarda siempre cierta similitud, a modo de repetición, en esta dinámica de proyección, siempre programando el futuro y recabando en los recuerdos y resquicios del pasado, encontrándose en estos procesos mentales la dificultad de perdurar y mantenerse en el momento presente, estado sagrado y divino del Aquí y del Ahora, habida cuenta de que el contenido de este capítulo se va a centrar en las quimeras, premisas, condicionantes y realidades ciertamente virtuales que la mente desarrolla, acepta y asume, y que después pueden ocasionar y causar resistencia, fricción y, en definitiva, sufrimiento, las palabras anteriormente escogidas, expectativas y metas, independientemente del uso convencional que suelen recibir y de las etiquetas que puedan tener asociadas, cumplen y se ajustan perfectamente, en sí mismas, al concepto y al hecho que se pretende subrayar y abarcar en esta argumentación.

Pues bien, al hilo de la introducción que se ha expuesto hasta este momento, solo procede rubricar con la mayor de las simplezas que la mera existencia de expectativas y metas, conscientes o inconscientes, así como de toda proyección o cavilación que salga del sobrefuncionamiento de la mente de 3D, que puede contar en el haber del ser humano, es obvio que configura el origen de la maya constituida por ilusiones, pasiones, deseos, euforias y entretenimientos que lo mantienen sumido en la amnesia y la desconexión en esta dimensión de la 3D, pero, qué duda cabe, que el simple hecho de ver incumplidas dichas expectativas o considerar que está puesta en evidencia o riesgo el alcance de las mismas no solo puede propiciar lo que es reconocido como ansiedad, miedo, pena o frustración, sino que podría afirmarse, de modo generalista, que todas estas emociones quedarían englobadas, al partir todas de este proceso, en lo que, con independencia de las posibles variantes o calificativos asociados, podríamos denominar resistencia interior, como efecto, de momento, inmediato, aunque surja de manera suave o tenue, debido a la no disposición para deshacerse de condiciones que han formado la personalidad del sujeto y al comprobar cómo queda en entredicho o en peligro el logro de los horizontes que el mismo individuo había aceptado y establecido, y que, a la postre, conformaban el panorama de existencia que él, más o menos, había diseñado para su experiencia en encarnación en esta dimensión terrestre.

Con esto se concluye que, por regla general, siempre que se identifiquen sufrimientos emocionales, comúnmente localizados en la parte superior o boca del estómago, lugar de ubicación del tercer chakra o chakra del plexo solar, va a existir una resistencia, más o menos reconocible, a que algo se dé o no se dé, a que algo ocurra o no ocurra, debido a la lógica exigencia que plantea su respectiva expectativa o meta, latente y camuflada en muchos casos en lo más interno y profundo del espacio mental del ser humano.

Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA

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¿Cuál es la causa del sufrimiento emocional? Parte II

En este tiempo del final del ciclo planetario en la Tierra, tiempo de aumento de la energía en esta dimensión, llamada también energía crística o energía del Amor, tiempo de cambio en todo aspecto y forma de vida o conciencia que no guarde compatibilidad con el refinamiento de la frecuencia vibratoria de esta nueva energía, las llamadas expectativas representan formas energéticas que pueden acabar traducidas con mayor rapidez y aceleración en la actualidad en apegos y bloqueos, según qué casos con raíces muy profundas, ya que, si no fuera de este modo, los incumplimientos de dichas metas no inducirían actitud resistente alguna por desprendernos de ellas.

Porque, de una manera u otra, estas referencias, que han sido fijadas, están tan asidas a las directrices y comportamientos de vida del individuo, el cual está contemplando, a su vez, estos potenciales y deseos, que él mismo se ha marcado, como favorables y aceptables, que el resto de potenciales, que pueden ser hasta infinitos en número, pueden terminar siendo menospreciados, obviados, no considerados e, incluso, rechazados, sin olvidar que los potenciales manifestados a través de cada persona obedecen, sin excepción alguna, a reflejos de partes y aspectos emocionales del mismo ser humano.

Por tanto, si se ignora y se infravalora la existencia de otros potenciales no tenidos en cuenta, manifestados o sin manifestar, esto no solo conlleva que esta actitud no se ajuste en armonía con la nueva energía, sino que, al mismo tiempo, se está produciendo un rechazo y no aceptación de los aspectos emocionales del ser que están vinculados con estos potenciales, como simples reflejos de las mismas emociones que estos realmente son, quedando, pues, en evidencia el equilibrio en el que se sustenta el sistema mental de proyecciones y expectativas que conducen a resistencias, división y selección.

Se vuelve, así, a recordar una conclusión anterior. En el estado de Unidad que proporciona la Fuente, el cual todo ser humano puede experimentar por su naturaleza y origen divinos, se manifestaba que la realidad externa de vida del ser es en sí misma el propio ser, por lo que, si se atiende a este mismo argumento, no se antoja difícil la comprensión de vislumbrar que los potenciales disponibles de todo ser viviente, más o menos probables, manifestados o sin manifestar, son también el propio ser y, si se pretende suprimir y erradicar potenciales y aspectos que vayan emergiendo, con las faltas de amor y aceptación habituales en ello, se estará realmente faltando a la premisa primordial de que todo ser humano debe asentarse en el amor de todas sus partes, que es, precisamente, el amor hacia él mismo, como base para crear abundancia, equilibrio y sanación en su realidad. De otra forma, no estaría acogiendo el amor incondicional o no se entendería en qué consiste este.

Así, si no se aceptan potenciales, no se aceptan aspectos propios y, por tanto, no existe aceptación de uno mismo. Este es el paradigma que establece el proceso de la mente de 3D con sus expectativas y proyecciones que causan resistencia, bloqueo, por ello sufrimiento y, por ende, limitación y falta de abundancia en la realidad física.

Engrosando este sentido de Unidad, se añade que somos y representamos un gran Ser Multidimensional más allá de toda lógica y razonamiento tridimensional a los que podamos tener acceso. Nuestra existencia se puede establecer en muchos niveles y en formas, tal vez, inimaginables e inconmensurables. Así pues, todas estas partes y variantes existenciales también forman un solo ser, o sea, que del mismo modo son uno. Somos Uno y todo es Uno.

Volviendo al rasero de las expectativas, un matiz bien distinto es el que conllevaría que cualquiera que se precie puede tener perfectamente claro qué es lo que le gusta o qué es lo que le gustaría, sus gustos, y, en definitiva, qué es lo que prefiere, sus preferencias, sin mayores objeciones a otras alternativas, pero este prisma dista bastante del enfoque excluyente y exclusivo que resulta y se deriva de la propia naturaleza de toda expectativa, como así lo hemos detallado, que se esté a bien considerar, en la que cualquier renuncio o impedimento hacia la meta fijada provoca la aparición de resistencias y sufrimiento en cualquiera de sus distinciones.

Esta dinámica, característica en el funcionamiento de la mente de 3D, habilita la separatividad y la segregación no solo de los posibles potenciales que tienen probabilidad de ser atraídos y manifestados, sino que revierte en la separación y juicio de los aspectos emocionales y mentales, que están vinculados a dichos potenciales, que son partes vivas del mismo ser humano y que, por tanto, son también el propio ser humano.

El nuevo orden que promueve la energía del Amor propugna la transmutación, el equilibrio y la sanación de todo ser, de todos sus aspectos individuales, de la población y de todos los aspectos colectivos de la misma, basándose en un proceso fundamentalmente de percepción, atención, aceptación y permisividad, como así se ha venido comentado en varias fases de este libro, de todas las partes emocionales y mentales que alberga el ser humano, de forma que, a través del amor inherente en esta intención y atención, tanto el interior como el exterior del individuo se acaben alineando, como si, según la opinión tradicional, de un milagro se tratase, de manera espontánea y automática, o atrayendo los remedios y soluciones para ello por la vía más rápida e inmediata posible.

Es por este motivo por lo que la nueva energía, de igual modo en cómo actúa en todo desajuste y desarmonía, va a identificar toda forma de existencia que potencie la exclusión, la división y la separación, y será en esta medida como muchas resistencias emocionales saldrán a relucir a la superficie consciente de las personas, ya que tras ellas lo que subyace no son más que sus respectivas expectativas o metas que cada cual se ha ido imponiendo y ha asumido en su vida, y que solo aceptan, en definitiva, como válida la finalidad que con ellas se persigue, sin contemplar, con la apertura y la aceptación que instaura el estado del ser en el Amor, el resto de posibilidades que pueden llegar a manifestarse y que, por ende, somos nosotros mismos también.

Por ello, la energía del Amor va a identificar este paradigma mental, expectativas, y emocional, resistencias y sufrimiento, acentuándolos para que puedan ser reconocidos y tratados adecuadamente para que, así, no lleguen a magnificarse o, por último, a colapsar.

Por fijar y sintetizar estas líneas e ideas de exposición sobre el tema que se está abordando, sería muy acertado afirmar que estas resistencias que pueden aflorar en todo ser humano, a veces, pueden no ser identificadas como tal, sino que pueden apreciarse y familiarizarse con nombres y formas más al uso, correspondientes a un nivel de conciencia más generalizado y común, como pueden ser ese sufrimiento que permanece, una herida o dolor emocional desgarradores, una angustia o una pena considerables, un desencanto o una frustración que conducen al escape o a la apatía, etc., etc., etc.

Cobra ahora, pues, importancia el hecho de insistir de la siguiente manera, en que estos efectos emocionales tan pesados y densos son causados por la actitud resistente y de desgaste que ha lugar en el interior del individuo y que, sin ánimo de dilatar más este tema, suele ser causada y propiciada por la expectativa o meta mental que existe paralelamente unida a la acción de resistirse o efecto de resistencia, respectivamente. Es decir, todo sufrimiento, rabia y ansiedad son la cara reconocible de una resistencia interna, no aceptación o no permisividad que es generada por una expectativa fijada y asumida que viene a establecer una clara actitud de aferrarse a ese ideal o referencia, porque lo que no conduzca a este fin o culminación, o a lo que, de este modo, se le parezca, acaba siendo, de una forma u otra, ignorado, marginado, desterrado, aborrecido o censurado, apuntando el añadido de que se trata igualmente de posibles potenciales, con más o menos probabilidad de materialización, que pueden llegar a su manifestación en la realidad física y que, a su vez, son Amor como componentes vivos de flujo existencial que abarca toda la Creación.

Precisamente, esta inercia en cuanto a visión, actitud y conducta, perteneciente a los modos y hábitos de conciencia de una dimensión de 3D, representa esa predisposición que, según nos indica la experiencia, tiende a centrarse y adoptar cierta querencia innata en aquello que le ofrece ilusión, reto y ensueño, soslayando el Amor que reside y sostiene la divinidad de todo potencial existente, manifestado o sin manifestar como siempre se añade en lo referente a potenciales, y que por la propia naturaleza de esta dinámica, cuando toque, conlleva el encarar la otra cara de este mismo elemento, es decir, el opuesto dual, o sea, desilusión, decaimiento, angustia, pena, rabia, frustración, evasión, escape, ansiedad y, al fin y al cabo, resistencias a la postre y otro tipo de bloqueos emocionales como, incluso, puede tratarse del miedo que, en definitiva, puede desprenderse de ciertas expectativas que no se deseen eludir o rescindir bajo ningún concepto y, por tanto, de las propias resistencias que de ellas penden, todo ello dentro del espacio normal de movimientos que propone la vida en dualidad.

Ha de volverse a recordar que el miedo emocional, igualmente, puede estar motivado por las constantes proyecciones que lanza la mente, que se mueve de forma continua en el futuro y en el pasado, y viceversa, en el dinamismo de sucesivos recuerdos, cavilaciones, averiguaciones y comparaciones con cierto sentido de limitación y carencia, en la continua búsqueda de no tener o no tener suficiente en el momento actual que le conduce a no encontrar la verdadera abundancia que se obtiene únicamente en el tiempo presente, en el cual la mente de la 3D no consigue mantenerse ni sostenerse, y en donde le resulta francamente difícil poder anclar su campo de experiencia. De ahí el origen del miedo que viene a ser ocasionado por el enfoque de situaciones pasadas y futuras, expectativas para el futuro, fijadas en el pasado, como referencias virtuales en el horizonte personal, que continuamente ponen de relieve lo que no se tiene y se tuvo o se aspira a tener, lo no se quiere tener o volver a tener, ideas inexistentes en la experiencia del momento presente, del Aquí y del Ahora, donde el sentido de la existencia solo puede desembocar en una visión y en una realidad de abundancia y de todo lo que es.

Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA

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