martes, 19 de mayo de 2015

share, Rayos Cósmicos, Magia Natural.

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Magia Natural.




El conocimiento de la magia natural ha llegado hasta nosotros desde los primeros días de Lemuria. Luego, fué transmitida a la Atlántida y, de ésta, a los sacerdotes iniciados de Egipto.

Gracias a este poder, las cosas animadas respondían a sus indicaciones y, de esta manera, quienes lo poseían podían entablar interesantes conversaciones con sus animales sagrados.

Podían, también, interpenetrar substancias con átomos y dejar en ellas anotaciones; de manera que adeptos posteriores pudieran establecer contacto con las substancias y leer los mensajes que contenían.

El átomo Maestro en el Escudo de Plata puede darnos instrucción sobre esta antigua ciencia.

Las estatuas egipcias, impregnadas con tales registros, eran sumergidas, durante varias semanas, en una substancia que aprisionaba dichos átomos; pues creían que podrían volver, en una vida futura, y revelar lo que habían ocultado. Ha de interesar al estudiante saber que, quizás, él mismo ha encerrado, mediante el empleo de magia elemental, sus propias anotaciones para utilizarlas algún día en lo futuro. Esto, como hemos escrito anteriormente, es su derecho de nacimiento.

Muchos registros atlantes, guardados de esta manera, estaban en posesión de los egipcios, y se nos ha dicho que, cientistas futuros inventarán instrumentos, mediante los cuales la sabiduría jerárquica de Egipto será revelada.

En los antiguos días de la Atlántida, el bienestar de la comunidad estaba al cuidado de un pequeño grupo de Iniciados. Ellos estaban unidos con su Intimo y, durante algún tiempo, sus enemigos eran matados por la espada de Justicia. Su atmósfera era completamente diferente de la de esta época. Formaban un Sacro Colegio, en el que transmitían su sabiduría a sus discípulos; así, trajeron una Edad de Oro de inteligencia para quienes estaban bajo su Shekinah, antes de que guerras destructoras acabaran con su civilización.

Su método de instrucción consistía en devolver al discípulo su propio conocimiento de las leyes de la Naturaleza; le enseñaban también el futuro y, como ellos sabían la clase de atmósfera que habría de rodear a este globo, en ese futuro, crearon lo que se llama “Teraphim” o ídolos parlantes, que podían ajustar a una edad futura.

El estudiante era sumergido en líquidos de naturaleza alcohólica; la atmósfera que tenía que ser; luego, se colocaba en el baño una imagen sentada, y se transfería a esta imagen un elemento del átomo Nous del estudiante. Cuando esto ocurría, la atmósfera del átomo Nous seguía y formaba en los Teraphim una atmósfera similar a la del átomo Nous. Este proceso duraba, ordinariamente, varias semanas, y se utilizaba un instrumento para transferir este elemento atómico. Esta imagen podía, así, grabar su actividad mental en las mentes de quienes se ponían en contacto con ella; pues de esa manera, quedaba aprisionada en la imagen una poderosa inteligencia.

Edades más tarde, una de estas imágenes fué colocada en el Arca de Alianza, que entonces daba los oráculos.

Una cierta fraternidad posee los medios de obtener información de los Teraphim, cuando se permite consultarlos.

Al penetrar en la conciencia de la Naturaleza y obtener su energía determinativa, uno deviene aleccionado, por sus instructores, en esta magia elemental o natural. Todos poseemos estas substancias, compuestas de los elementos del éter que nos rodea, y podemos atraer lo que nuestro cuerpo físico ha reservado.

Si gozamos de buena salud, siempre tenemos reserva de estos átomos elementales; el yogui procura formar un gran depósito de esta fuerza, que responde la voluntad de la Naturaleza.

Estas reservas son similares a un ejército que circula alrededor de nuestros centros nerviosos, y se puede utilizar en los momentos de gran tensión o ansiedad. Esto, que hemos atraído a cada centro nervioso, es lo que determina nuestra fuerza y poder para resistir los átomos opositores de este mundo. Si nuestras reservas están agotadas, sucumbimos fácilmente al mal y a la enfermedad; si no lo están, podemos vivir hasta una edad avanzada y gozar de la buena salud de todos nuestros órganos.

En la edad de oro de Egipto, el promedio de edad del hombre religioso era de 120 años; porque, entre sus costumbres religiosas, estaba la de cuidar de las condiciones sanitarias de su medio ambiente, y de la limpieza y purificación de sus cuerpos, tanto externos como internos.

En el futuro, los cientistas descubrirán que nuestra provisión de energía está al cuidado de la Naturaleza elemental; si perturbamos sus funciones, dentro de nuestro sistema, no nos ayudará, a no ser que ignoremos que hemos quebrantado sus mandamientos; pues la Naturaleza atempera su justicia con la misericordia.

Si persistimos en hacer cosas contra nuestra salud, la Naturaleza se negará a permitirnos el uso de su energía de reserva, acumulada para períodos críticos.

El átomo Maestro en el Escudo de Plata determina cómo hemos de protegernos en casos de accidentes o de enfermedades infecciosas; porque él es el que regula esta energía de reserva y, si invocamos la voluntad determinativa de la Naturaleza, poseeremos una gran reserva de esta vitalidad elemental. Cuando nos colocamos bajo la inteligencia directriz del átomo Maestro, éste, con frecuencia, nos exige que extendamos este poder a cuerpos enfermos, lo cual les ayuda a volver a la condición normal.

Es interesante notar que, el átomo Maestro puede sentir las condiciones anormales de las gentes que nos rodean y, para proteger a su propio instrumento, trata de ayudar a los átomos obreros de los cuerpos de otros, en su vecindad. Cuando un estudiante rocía la atmósfera de una persona con esta fuerza curativa, tal persona, al alejarse, observa cuánto más fuerte y vitalizada se siente. Por esto, también, las personas enfermas gustan de asolearse en la atmósfera de cuerpos sanos. Pero la gente egoísta nunca puede atraer esta energía del átomo Maestro; aunque, con frecuencia, tratan de absorberla de otros.

Poco se da cuenta el hombre de cuán grande es esta fuerza latente de reserva, y de cuán rara vez la utiliza. Cuando sirvamos a la Naturaleza, ésta nos servirá cuatro veces más.

Existe un plano en las esferas internas llamado “El Mundo de Secretos”. Extraño es decirlo, pero los Iniciados mahometanos son quienes lo conocen mejor. Pero existen reglas que les impiden revelar tal conocimiento.

En ese plano, el estudiante puede ver los inventos, que el hombre utilizará en el futuro; algunas veces, si es digno y el tiempo es oportuno, estudiará un invento y se le permitirá traerlo al mundo.

Los primitivos rosacruces europeos enseñaban a sus estudiantes a abandonar sus cuerpos y penetrar en ese plano secreto, del que guardaban muchos inventos ocultos, hasta que el mundo estaba preparado para ellos. El poder de transmutar los metales bajos en oro, era conocimiento común para los Iniciados; pero lo empleaban, únicamente, para favorecer ciertas causas; tales como la dotación de hospitales, asilos para los pobres y los ancianos, y para centros de saber para los jóvenes.

A los cientistas no se les permite ir más allá de cierto punto; pues la Naturaleza interviene y cierra, por un tiempo, las actividades en ciertos campos de la Ciencia. Si algunos trata de revelar algo, para lo cual el mundo no está preparado, se le advierte tres veces y, si persiste, es eliminado.

Esto ocurrió a una gran alma, a la cual tuve el privilegio de conocer; aunque, no supe su nombre ni la gran obra que estaba realizando por sus país, hasta después de su muerte.

Nos encontramos, aparentemente por casualidad, en un país extranjero; sólo más tarde me di cuenta que había venido de muy lejos, para encontrarme y saludarme. Una tarde, al regresar a mi habitación, lo encontré sentado en mi sillón. Sentí extrañeza de que se encontrara allí, pues no le había dado a conocer mi nombre ni mi dirección; sin embargo, antes de salir, yo había dado orden de que encendieran fuego en la chimenea. Por qué di esa orden, yo no lo sé; pues era muy pobre y llevaba vida de estudiante. Sin embargo, cada vez que daba orden de que encendieran fuego, aquel invierno, al volver de la clase de la tarde, encontraba a dicha persona en mi habitación.

Antes de morir, habló ante un auditorio de hombres de ciencia y les prometió que, en la conferencia siguiente, les revelaría un gran descubrimiento que había hecho, después de dieciocho años de investigación, para descifrar un antiguo documento arábigo sobre alquimia, que daría una nueva base a la química. Pero tal revelación no debía hacerse y murió. El mundo no estaba preparado para tal conocimiento.

En este plano de secretos, se pueden ver modelos de aviones y de locomotoras, enteramente diferentes de los que se conocen ahora; y máquinas destructivas, cuidadosamente, guardadas de aquellos que las utilizarían contra la raza humana. Existen también métodos con los cuales se extirparía, en corto tiempo, el hambre y extinguirían los gérmenes propagadores de enfermedades y venenosos, en una extensa área. He visto líquidos solidificados, que retiene su forma sin molde alguno y sin perder sus propiedades, y flúidos germinativos que producen longevidad por cientos de años. También he visto libros que iluminarán las mentes de generaciones futuras.

Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)

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http://www.trabajadoresdelaluz.com.ar/index.php?ndx=3581

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Rayos Cósmicos.

...Existen átomos que traen a esta tierra lo que se llama “luz solar”; si no recibiéramos esta lluvia atómica, viviríamos en semiobscuridad.

Lo que creemos ser luz del sol es la energía de éste, que quema esos átomos y crea la luz del día.

Si no fuera por esos átomos, nos cubriría una especie de ceniza volcánica y la vida no podría existir.

Cuando las cosas se miran desde las esferas internas, vemos a nuestro alrededor una luz que no produce sombra.

Si un yogui lleva su luz interna a una habitación, ello produce un efecto similar, o sea, una distribución pareja de luz sin sombra alguna.

Es esta substancia atómica la que el Instructor lleva a la atmósfera de su estudiante.

Existe, también, otra clase de lluvia atómica, arrojada por planetas más evolucionados que el nuestro, que no resiste la energía del sol.

Estas emanaciones interpenetran los espacios entre los átomos de la envoltura del mundo, e iluminan las mentes capaces de registralas.

La Aurora de Juventud es de este carácter; pero es del Sol tras del sol.

Esto está mencionado en los Comentarios del Conde de Gabalis, y los cientistas empiezan a aprender lo relativo a esta fuerza.

Transcribimos del Washington Evening Post del 15 de octubre de 1931: “Roma: Miríadas de rayos cósmicos fluyen a la tierra desde distancias cientos de millones de millas más allá del sol, cada rayo con una energía de 786.000.000 de voltios, según informan hoy cuatro distinguidos hombres de ciencia.

“Roberto A. Millikan y Arturo Compton, cientistas norteamericanos y el Profesor Bruno Rossi de la Universidad de Florencia, presentaron al Congreso do Física, reunido aquí, un Informe sobre los rayos.

Mme. Curie, co-inventora del radio, corroboró sus declaraciones.

”Los dos norteamericanos dijeron al Congreso que, experimentos practicados este verano desaprobaban las teorías de que tales rayos procedían de la atmósfera de la tierra, del sol o de estrellas visibles.

Su origen está en regiones interestelares, desconocidas hasta para los astrónomos.

”Hasta ahora, dijeron los cientistas, los experimentos se han hecho en el campo de la ciencia pura. Han indicado que, cuando la ciencia utilitaria tome parte en las investigaciones, la tremenda energía, contenida en los rayos cósmicos, podrá ser encauzada y convertida para el uso del hombre.

”El Profesor Millikan del Instituto de Tecnología de California, informó que había dividido el rayo cósmico en cuatro substancias:

helio,

oxígeno,

silicio

y hierro,

conteniendo, respectivamente 27.000.000, 100.000.000, 260.000.000 y 443.000.000 de voltios.

El Profesor Compton de la Universidad de Chicago, continuó los experimentos en las Montañas Rocosas a una altura de 13.000 pies.

”Los dos norteamericanos dijeron que habían llegado a la conclusión de que los rayos nada tenían que ver con el sol; observando día y noche, la intensidad de los mismos, en que el sol era de fuerza diferente, mientras que la intensidad de aquéllos se mantenía invariable.

”Las mismas observaciones, dijeron, demostraron que los rayos no provienen de estrellas visibles para los astrónomos.

”Los rayos varían en intensidad según la altura, añadieron. Los rayos en el Pico de Pike eran cuatro veces más fuertes que al nivel del mar. A la altura de 46.000 pies, a la que se llegó con un globo cautivo, provisto de aparatos registradores, los rayos fueron diez veces más fuertes, mientras que a 245 metros de profundidad bajo el agua, los rayos quedaron casi enteramente absorbidos.

”Mme. Curie describió experimentos hechos en París, en que se hacía pasar rayos a través de hierro y de un campo magnético, para medir la energía de los mismos”.

Algunas veces, al estar tendidos, refregamos suavemente los globos de los ojos por un momento; esto agita los nervios oftálmicos por un momento; la glándula pineal que reacciona en simpatía, se vitaliza y uno percibe una radiación similar a la luz solar difusa.

Esta es la luz que el yogui irradia. El yogui dice que, si se puede iluminar a un átomo, éste iluminará a otros.

Concentrándose en una sustancia inflamable, el yogui puede hacer que arda.

Al recorrer el espacio, la tierra recoge constantemente racimos atómicos, muchos de los cuales fueron dispersados en la atmósfera, al tiempo de la destrucción de la Atlántida; algunos de estos racimos proveen de fuerza intelectual a autómatas atlantes.

En los estados más profundos de nuestro sistema secundario, existe un principio intelectual.

Este no es inteligencia, sino substancia mental de orden material, que se apodera y esclaviza al cerebro. Del intelecto no conseguimos nada que nos haga avanzar hacia nuestra fuente.

Como ignoramos la verdadera definición de estos términos, hablamos de grandes almas como de grandes intelectos, cuando ellas son grandes inteligencias.


Podemos aprender como papagayos, y bañarnos en esta ilusión del intelecto, aprendiendo de memoria lo que otras grandes mentes han experimentado; pero, ¿ qué discusión intelectual ha acercado jamás el hombre a Dios?

En una antigua pintura china, una división muestra al estudiante que lleva su alma en una hoja de loto a un grupo de eruditos, y escucha sus discusiones. Después que los ha dejado, se lo ve solo con la Naturaleza, estudiando las actividades inferiores, en que recibe su primer contacto con la conciencia de ésta; más tarde, vemos donde se unifica con la conciencia del rayo cósmico.

Estas fuerzas jerárquicas poseen tres distintos atributos:

creador,
destructor
y protector.

Los Mantrams poseen también cualidades similares.

Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)

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